Resum
Las expectativas respecto a como debemos ser las personas en función de nuestro género condicionan procesos de segregación y discriminación comunes a la mayor parte de las culturas conocidas los cuales se manifiestan a través del lenguaje que utilizamos para referirnos cotidianamente a lo femenino y lo masculino, del trato desigual a niños y niñas en el aula escolar y en el entorno familiar, reforzando estereotipos durante el desarrollo individual de hombres y mujeres que niegan la diversidad y limitan -al ser interiorizados- las habilidades, intereses, valores y potencialidades de la persona, restringiendo las contribuciones, el esfuerzo y la participación de los diferentes grupos y sus miembros, impidiendo a las personas la posibilidad de comprender los fenómenos sociales en su globalidad y negando por tanto la posibilidad de transformación social. Prescindir de los prejuicios sociales facilita creer en la diversidad y asumir en nuestra vida cotidiana el significado de la multiculturalidad. (Extraído del documento)