Resum
Este ensayo analiza cómo la película de Lucía Puenzo XXY condena ‘la violencia simbólica’ (Bourdieu) que ejercen algunos discursos científicos, prácticas médicas, representaciones culturales e interacciones sociales sobre las personas intersexuales. Esta violencia nace de la imposición de un entendimiento dicotómico (hombre/mujer) del cuerpo humano que presenta el cuerpo intersexual como ininteligible. A lo largo de este artículo, expongo cómo la negativa de Álex a posicionarse dentro de estas categorías genérico/sexuales y su decisión de dejar de tomar corticoides, que evitan la virilización de su cuerpo, muestran su resistencia a una nueva forma de control propia de una sociedad ‘farmaco-pornográfica’ (Preciado). Asimismo, se analiza cómo la película celebra el cuerpo intersexual, no como un estado transitorio, sino como un forma legítima de corporeidad, y rechaza la patologización de los individuos intersexuales y su representación como ‘monstruos’. (Extraído del documento)