Resumen
Las callejuelas de Pompeya albergan extraordinarios punto de interés con imágenes eróticas. Uno de ellos son los restos del cuerpo de una mujer de clase alta y llena de joyas que está entrelazado con el torso de un gladiador romano. Congelado en el tiempo, su apasionado y fatídico abrazo nos abre una ventana por la que podemos empezar a analizar la sexualidad en el mundo clásico. Era un tiempo en el que las personas gozaban de una libertad sexual desigual: los hombres podían retozar con cortesanas, sirvientas o prostitutas, mientras que las mujeres eran consideradas como objetos, ya fuera para el matrimonio o el placer. Existen multitud de pruebas de esta diferenciación, como las sandalias perfectamente conservadas que utilizaban las prostitutas para dejar señales sobre las polvorientas calles de Pompeya y así guiar a sus clientes.