Resumen
La población no heterosexual experimenta mayores niveles de prejuicios y discriminación debido a su orientación sexual (Digoix et al., 2016). Estos prejuicios son asumidos como ciertos por el propio colectivo LGTB (Homofobia Interiorizada), lo que puede llegar a generarles disonancia y dificultar la vivencia plena de su sexualidad (Marchueta, 2014). Como la vivencia de la orientación difiere en función del sexo (Petersen y Hyde, 2011), el objetivo del presente estudio es observar si existen diferencias entre hombres y mujeres en las prevalencias de homofobia interiorizada y discriminación sufrida, así como determinar la relación existente entre ambas variables. Un total de 117 personas que se identificaron como «no exclusivamente heterosexuales» participaron en este estudio. La media de edad era de 31,44 años (DT=10,11), siendo el 63,2% mujeres y el 36,8% hombres. Todos ellos respondieron a una serie de instrumentos sobre orientación sexual, homofobia interiorizada y discriminación: Cuestionario sobre homofobia interiorizada ad-hoc. Este instrumento consta de 7 ítems que abordan diferentes conductas relacionadas con la homofobia interiorizada, como son ocultar la propia orientación sexual o no mostrarse públicamente con la pareja. Todos los ítems deben contestarse con una escala tipo Likert de cuatro puntos, donde 1=no me caracteriza y 4=me caracteriza mucho. A mayor puntuación, mayor homofobia interiorizada. En la Escala de Homofobia Interiorizada, más de la mitad de la población muestra, en mayor o menor medida, que prefieren ocultar su orientación sexual cuando están en presencia de menores (66%) o que, a la hora de tener citas, evitan los lugares públicos o concurridos (51,3%). En cuanto a la puntuación total en esta escala, la media de los participantes fue de 12,30 puntos (DT=3,99) sobre un máximo de 28. Si atendemos a los resultados de hombres y mujeres por separado (ver Figura 1), se observa que los hombres puntúan más alto que las mujeres, observándose diferencias estadísticamente significativas (t=3,286; p=0,001). En cuanto a la discriminación, el 29,9% de los participantes indicaron haberla padecido. En concreto, un 48,8% de los hombres y un 18,9% de las mujeres (Figura 2), siendo estas diferencias significativas a nivel estadístico (Chi 2=11,611; p=0,001). Por último, se observó que las personas que habían sufrido discriminación puntuaban más alto en Homofobia interiorizada (M=13,54; DT=4,19), que aquellas personas que no (M=11,78; DT=3,81), siendo las diferencias estadísticamente significativas (t=- 2,22; p=0,028). La población con una orientación sexual alternativa a la exclusivamente heterosexual muestra importantes tasas de discriminación sufrida, sobre todo en el caso de los hombres, posiblemente porque la homosexualidad masculina es concebida como una ruptura de los roles tradicionales de género (Petersen y Hyde, 2011). Además, la vivencia de situaciones de discriminación debido a la orientación sexual conlleva mayores puntuaciones de Homofobia Interiorizada. Es decir, estas personas asumen como propios los insultos y los prejuicios recibidos por parte de la sociedad, lo que les podría generar malestar emocional (Marchueta, 2014). Sería recomendable incluir la discriminación y las posibles secuelas en las estrategias de prevención y atención clínica, además de tenerlo en cuenta en los protocolos de intervención psicológica.