Resumen
En este trabajo hacemos un recorrido por una pequeña representación de lo que implica la pluralidad en la sexualidad. Ejemplos tales como el de las mujeres, personas con diversidad funcional, personas de otras orientaciones sexuales y/o de géneros muestran que no existe una sexualidad única sino que somos tantas sexualidades como personas hay. Las personas con diversidad funcional han sufrido y sufren especial vulneración en todos los ámbitos de la vida, incluido el sexual. Por eso, Naciones Unidas aprueba en diciembre de 2006 la Convención Internacional sobre los Derechos de las personas con discapacidad.
La sexualidad de las mujeres, hombres y de quienes no se identifican con el binarismo sexo-género, pero todas ellas con diversidad funcional, suelen vivir la sexualidad de manera, hasta cierto punto, distorsionada. Son personas concebidas como asexuadas, y en consecuencia, tratadas de manera infantilizada durante todo su ciclo vital (en especial, las mujeres con diversidad física, sordoceguera, intelectual y/o del desarrollo o mental); o, por el contrario, algunas de ellas, en particular, las mujeres con diversidad intelectual y/o del desarrollo o mental, son interpretadas como personas hipersexuales y que no saben controlarse.
Sin embargo, si queremos abrir el horizonte normativo a la sexualidad, a su ciencia y a sus prácticas, daremos cabida desde un enfoque social y de derechos a multiplicidad de realidades que son sexualidades diversas, pero que, tradicionalmente, habrían sido patologizadas y tratadas desde un modelo de la enfermedad.