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Zona pedagógica

Infancia

Descripción

En esta sección proponemos una serie de herramientas de investigación para evaluar programas dirigidos a un público determinado por la edad.

Si bien la elección de las herramientas a utilizar depende de los objetivos de la evaluación y los recursos disponibles, es también necesario adaptar las técnicas que utilizamos al contexto de la intervención, especialmente si nos interesa que nuestra evaluación sea lo más participativa posible. Las personas participantes deben entender el proceso evaluativo y recibir formación, si así lo necesitan, para poder participar en igualdad de condiciones.

Sin embargo, ¿qué ocurre cuando esta “igualdad de condiciones” está sujeta a elementos estructurales como la edad?

Con las entradas que componen "Herramientas para grupos de edad", pretendemos plantear algunas sugerencias respecto a las herramientas y algunas experiencias con niños/as, adolescentes y personas jóvenes, donde las herramientas han sido adaptadas y combinadas para tener en cuenta la visión propia de cada una de las participantes, intentando superar la centralidad del punto de vista adulto. Como ya apuntamos en otras secciones, la Evaluación no escapa a la visión hegemónica de un supuesto sujeto neutro: varón, occidental, blanco, heterosexual, adulto, en edad productiva, de clase media, de origen protestante o católico, lo que no sólo limita nuestros estudios sino que refuerza las desigualdades estructurales.

A continuación trataremos algunas herramientas para trabajar con niños y niñas, en esta otra entrada, herramientas para estudios sobre la adolescencia y aquí, técnicas para evaluar proyectos dirigidos a personas jóvenes.

Herramientas para evaluar un proyecto dirigido a niños y niñas

Cuando queremos trabajar de forma participativa con niñas y niños existe un trámite inicial a tener en cuenta: el consentimiento de las personas adultas a cargo de ellas. Es una cuestión técnica, pero que, dependiendo de la temática del estudio, puede determinar sus posibilidades, las herramientas y los métodos a utilizar. La evaluación estará sujeta a la aceptación de las personas responsables y su grado de interés y comprensión del proyecto. En este sentido, hay temáticas que despiertan más emociones que otras y suscitan reacciones que pueden condicionar mucho el progreso del estudio, como es el caso de la sexualidad. La sexualidad puede ser percibida como una cuestión privada, para la que niños y niñas todavía no están preparadas y, aunque el debate sobre la educación sexual en la escuela está sobre la mesa, nos podemos encontrar con resistencias.

Algunas ideas sobre la sexualidad en la infancia ya fueron expuestas en este informe.

Observación participante

Consideramos que esta técnica básica puede dar muy buen resultado con niños y niñas, pero hay que tener en cuenta el contexto en el que la vamos a llevar a cabo y el rol de la persona observadora. No creemos que una persona adulta pueda pasar desapercibida entre un grupo de infantes (en un aula, por ejemplo), por lo tanto la observación siempre implicará participar del contexto social, interactuar con las criaturas, responder a sus preguntas, etc. Además, hay que tener en cuenta que la persona adulta es codificada dependiendo del contexto y casi siempre será vista como alguien con autoridad (si observamos en el contexto de la escuela, será identificada como miembro del profesorado o educadora).

Observar en un contexto bien delimitado nos permite establecer pautas sobre la información a recoger, ya que las niñas y niñas tienden a tener una atención flotante que puede dirigirse a muchos focos a la vez. Por ejemplo, en un espacio de juego, podemos decidir observar cómo las criaturas se disponen en el espacio, qué objetos utilizan con más frecuencia y cómo interactúan entre sí, y comparar las observaciones hechas durante un período de tiempo.

En cuanto al consentimiento legal, además de familiares y/o tutoras, tendremos que contar con todas las personas implicadas en el contexto en el que queremos observar, como por ejemplo, profesorado, trabajadoras sociales y dirección del centro o espacio donde se realice la observación, teniendo en cuenta su propia jerarquía interna. Esto puede implicar una gestión más compleja que suponga una negociación de las formas y los límites de la observación.

En esta otra entrada, proporcionamos más indicaciones generales para poner en práctica la observación.

Encuesta

Según Ballester Arnal, R. y Gil Llario, M. D. (2006), los niños y niñas están preparadas para responder cuestionarios a partir de los 9 años de edad. En cualquier caso, debemos adaptar el lenguaje y explorar otras formas de comunicación en papel como la inclusión de iconos y dibujos. La encuesta nos debe permitir la fácil sistematización de la información, por ello, las preguntas deben ser concisas y cuantificables.

En el siguiente ejemplo, utilizamos el dibujo de los y las niñas teniendo en cuenta que clasificaríamos los resultados de forma dualista Sí/NO: Les pedimos que dibujasen diferentes genitales y clasificamos los dibujos teniendo en cuenta si podían dibujar penes (sí/no) y vulvas (sí/no) lo más parecidas posible a las imágenes que se habían mostrado durante el taller.

Para más indicaciones sobre cómo elaborar encuestas, puedes acceder a esta otra entrada.

Entrevistas

¿Es posible realizar entrevistas a niños y niñas? Por supuesto que sí, teniendo en cuenta algunas cuestiones como el lenguaje utilizado, adaptado a la edad, el contexto de la entrevista (si se trata de un lugar propio de la criatura podremos observarla en su contexto y en una situación de más confort, donde no se distraerá tanto con elementos nuevos), si habrá adultos presentes y qué relación tienen con la criatura, y negociar si intervienen o no en la conversación, y de qué modo. Es interesante poder complementar estas conversaciones con entrevistas a las personas adultas que hayan acompañado al niño o niña en su proceso de crecimiento, para complementar una historia de vida que, aunque corta, nos puede ayudar a entender determinadas reacciones o respuestas presentes.

Una herramienta útil es permitir la manipulación de objetos como juguetes (pueden ser suyos o llevarlos nosotras), el visionado de imágenes o el dibujo espontáneo y/o dirigido.

En el estudio "SexAFIN: educación afectivo-sexual y reproductiva en las escuelas de primaria" (revista AFIN, nº113, pp1-13, 2019), encontramos un ejemplo de uso del dibujo para responder a determinadas preguntas.

Algunos ejemplos

Observación participante con niños: Etnografía escolar

> Ballestín González, Beatriz “La observación participante en primaria: ¿Un juego de niños? Dificultades y oportunidades de acceso a los mundos infantiles”. AIBR, Revista de Antropología Iberoamericana, Vol. 4, nº2. Mayo-Agosto 2009, pp 229-244, Madrid. Disponible aquí.

“La mera decisión de hacer de la población infantil objeto de estudio etnográfico supone una ruptura epistemológica (Bourdieu) con la perspectiva adultocéntrica (Hirschefeld, 2002), dominante en las ciencias sociales (…) que considera a los niños y niñas como versiones inacabadas, incompletas, proyectadas hacia el futuro, de las personas adultas (...)”

En este estudio, la autora reflexiona sobre la desigualdad de poder generada por la desigualdad de estatus generacional entre adultos y niños. Esta desigualdad dificulta el acceso al “universo del los niños” en el proceso de observación participante. “El reto consiste precisamente en socavar la estructura relacional de poder y autoridad en base a la edad que permanece oculta desde una perspectiva adultocéntrica (...)”. Destaca también que la estructura propia del ámbito educativo puede dificultar la relación entre el profesorado y la persona investigadora.

La autora tomó el rol de “profesora de apoyo”, lo cual en un principio la redujo a asistir a las tareas de refuerzo, cuestión que pudo renegociar finalmente. Sin embargo, señala la dificultad que se le presentaba en ciertas situaciones, como por ejemplo en el patio, donde podía surgir el dilema sobre intervenir o no ante un conflicto, dado su status de adulta, o simplemente observar qué ocurría.

Como conclusión, podemos extraer la necesidad de tener en cuenta todos los roles presentes y la naturaleza de su relación: el profesorado, personal de apoyo, las familias y los niños. También que la observación en diferentes espacios (aula, clases de gimnasia, excursiones, fiestas, el espacio de entrada al colegio e incluso el camino a casa) permite diversificar y no reducir la mirada al espacio del aula, constreñido por normas y reglas muy específicas.

Encuesta sobre sexualidad a niños y niñas entre 9 y 14 años

> Ballester Arnal, R. y Gil Llario, M. D. (2006) “La sexualidad en niños de 9 a 14 años”, Psicothema, Vol. 18, nº1, pp. 25-30. Disponible aquí.

Partiendo de que, históricamente, la sexualidad de los niños se ha considerado un tabú, algo inexistente o incluso algo negativo que hay que evitar, el objetivo del estudio es demostrar que ya en la etapa de los 9 a 14 años “se encuentran presentes comportamientos y actitudes sexuales que nos están indicando la necesidad de una educación sexual temprana en las escuelas” (25). Según los autores, a partir de los 9 años se pueden considerar con cierta fiabilidad las respuestas de los niños a los auto-informes.

Explican cómo se realizó la encuesta (cuestionarios con 139 ítems administrados en diferentes escuelas teniendo en cuenta localización y diversidad de la muestra). Que tres centros rechazaron participar y en uno se generó alarma.

En la conclusión, las autoras aseguran comprobar su tesis: que los niños presentan comportamientos y actitudes relacionadas con la sexualidad desde edades tempranas. Es decir, que la sexualidad es parte de sus vidas y que es necesario ofrecer educación sexual, tanto en la escuela como en el entorno, a esas edades.

“Los escasos estudios científicos sobre la sexualidad infantil evidencian que mientas muchas personas se plantean si la educación sexual puede conducirnos al riesgo de la promiscuidad y la pérdida de la inocencia de nuestros niños, numerosos peligros derivados de la desinformación sexual se ciernen sobre los ciudadanos más pequeños, como los abusos sexuales (…), el SIDA (…), los embarazos no deseados, los prejuicios sexuales, el acoso de la pornografía a través de las revistas, vídeos y de internet (…), la homofobia o nada menos que la falta de disfrute y goce del propio cuerpo y de la propia sexualidad.” (29)

Seguimos esta sección con Herramientas para estudios con adolescentes.

Ballester Arnal, R. y Gil Llario, M. D. (2006) “La sexualidad en niños de 9 a 14 años”, Psicothema, Vol. 18, nº1, pp. 25-30.

Núñez, H. (2015) Evaluación participativa en la acción comunitaria, Madrid, Editorial Popular.