Resumen
A pesar del incremento de la demanda de atención clínica por parte de sujetos que padecen disfunción sexual los datos epidemiológicos son relativamente escasos, en especial para los usuarios de drogas. Históricamente asistimos a una búsqueda de sustancias genéricamente denominadas afrodisíacas a las que se han atribuido propiedades sobre la potenciación de la virilidad masculina y un supuesto efecto facilitador de las relaciones sexuales por parte de las mujeres. Pero lo cierto es que las drogas pueden afectar a la sexualidad humana de muy diversos modos aunque los efectos negativos de las mismas son los más comúnmente observables. La consideración de la actividad sexual humana en base a determinantes biológicos, psicológicos y socio-culturales es importante dado que el efecto real físico de las distintas drogas no siempre coincide con el efecto subjetivo atribuido a las mismas por el propio individuo, fruto de determinados mitos o tradiciones culturales. Es paradigmático el caso del alcohol, droga de efecto físico claramente depresor e inhibidor, consecuentemente, de la actividad sexual, y que, sin embargo, continua siendo considerada, dentro de nuestra tradición cultural, como una sustancia potenciadora de la respuesta sexual. Más allá de posibles efectos en la esfera de la sexualidad se señalan los riesgos derivados del incremento de las relaciones sexuales de alto riesgo realizadas bajo el efecto de distintas drogas que puede condicionar la transmisión de enfermedades, los embarazos no deseados u otro tipo de efectos negativos para la salud. (Extraído del documento)