Resumen
Vivimos en un tiempo histórico paradojal en el que, por un lado, se profundiza un sistema económico, social, político y cultural profundamente desigual, y por el otro, colectivos históricamente marginados son visibilizados en el debate público. En Argentina, la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) y la Educación Sexual Integral (ESI) amplían derechos y discuten con una narrativa propia de los momentos de conformación de los Estados-nación. En la actualidad, el paradigma de la ESI nos ayuda a reconocer en nuestros cuerpos la fuerza de discursos y mecanismos normalizadores con el objetivo de desnaturalizar el binarismo y la heterocisnorma, entre otras temáticas vinculadas, también, a ese momento histórico. Desde hace unos años, el enfoque interseccional reflexiona sobre las maneras en que el género se cruza y tensa con otras diferencias identitarias –la clase, la etnicidad, la edad– y cómo estos cruces contribuyen a experiencias únicas de opresión y privilegio (Elizalde 2014). Progresivamente distintas temáticas ingresan en la agenda de los Estados. En particular, comienza a surgir la necesidad de reflexionar acerca de la relación entre el género, las sexualidades y los pueblos originarios, atravesados por relaciones de dominación y distintas formas de intervención históricas –estatales y no estatales–. Hacia fines de 2019, el Programa Nacional de ESI realizó una serie de orientaciones y sugerencias para la elaboración de material didáctico en lenguas indígenas en un escrito que espera por su publicación. Dichas orientaciones se nutren de una experiencia realizada con idónexs indígenas de los pueblos quechua y ava guaraní de la provincia de Jujuy entre 2014 y 2015. El objetivo de este trabajo es compartir algunas de las decisiones que se fueron tomando para la elaboración de estas orientaciones y que permiten pensar en la necesidad de profundizar en las maneras en que el Estado produce contenidos en lenguas indígenes