Resumen
Hace 30 años, el cronista Carlos Monsiváis describía, entre el asombro y la fascinación, los efectos culturales de los primeros debates masivos sobre el aborto. “¡Seis horas de debate de un tema antes inmencionable y en el ‘Canal de la Familia Mexicana’”, relató luego de un programa nocturno transmitido por Televisa, en aquellos días de absolutismo televisivo. A lo largo de la segunda década del nuevo siglo, la réproba, mediática y a ratos belicosa “marea verde” parece haber sellado el triunfo cultural de la lucha feminista por la despenalización del aborto. A-B-O-R-T-O, palabra hasta antes de ayer proscrita incluso entre el activismo –que en su cabildeo legislativo prefiere denominar “interrupción del embarazo”– y que hoy ha resurgido como consigna y como demanda al parecer ya imparable.