Resum
La violencia sexual constituyó parte del plan sistemático de tortura durante la última dictadura argentina. La literatura, incluso la de ficción, demuestra cómo el régimen represor volvía pornográficos los cuerpos de las mujeres presas en su doble lógica vejatoria: dictatorial y patriarcal. En diálogo con otros textos culturales (“Cambio de armas” de Luisa Valenzuela o Putas y guerrilleras de Miriam Lewin y Olga Wornat, por ejemplo), “Ni cumpleaños ni bautismos” de Mariana Enriquez formula la denuncia de aquellas prácticas recurriendo a la retórica parapornográfica —de pornografía obtusa, como dirían Roland Barthes y Fabián Giménez Gatto (2011)— que abre el campo de sentido a lo espectral. Esta deriva hacia lo pornogramático y lo fantástico crea nuevas formas de discursividad para narrar no solo aquella experiencia inefable, vuelta tabú, sino también el trauma enquistado en la sociedad. El presente trabajo muestra cómo la discursividad pornográfica en el relato de Enriquez vuelve operativo el potencial contrasistémico de la postpornografía, poniéndola en relación con la crítica de la violencia sexual durante la última dictadura argentina.