Resum
Cuando hablamos de sexualidad humana debemos saber que estamos hablando de una compleja y cambiante interacción de factores biológicos y socioemocionales altamente influenciables por la familia, la religión y los patrones culturales. Esto se ve en los hombres y en las mujeres, es¬pecialmente en las mujeres.
La sexualidad es un concepto intuitivo que cuesta definir. Según la Organización Mundial de la Salud, se define salud sexual como “un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad, la cual no es solamente la ausencia de enfermedad, disfunción o incapacidad”. Es una definición que tiene en cuenta varios conceptos, muy importantes todos ellos.
La respuesta sexual consiste en una serie de cambios neurofisiológicos, hemodinámicos y hormonales que involucran al conjunto del organismo. Si bien es similar en ambos sexos, en las mujeres no siempre el inicio y la progresión se correlacionan en forma sistemática o lineal como en los hombres. Y de ese intrigante devenir de la respuesta sexual femenina surge la dificultad del diagnóstico de la “disfunción sexual femenina”. Podríamos resumirla en “un conjunto de trastornos en los que los problemas fisiológicos o psicológicos dificultan la participación o la satisfacción en las actividades sexuales; lo cual se traduce en la incapacidad de una persona para participar en una relación sexual de la forma que le gustaría hacerlo”16.
La menopausia es percibida por muchas mujeres como el fin de la sexualidad, y no solo como el fin de la vida reproductiva. Si bien es cierto que en esta etapa la actividad sexual suele declinar y puede verse afectada por una serie de factores hormonales, psicológicos y socioculturales, para la mayoría de las mujeres la sexualidad sigue siendo importante. Debemos comprender que la disfunción sexual femenina, en cualquier etapa de la vida, es multicausal y multidimensional.
A la hora de realizar el abordaje de una paciente, debemos tener en cuenta todos los factores involucrados y saber con qué herramientas contamos.
El abordaje terapéutico clásicamente incluye la terapia psicológica y la terapia hormonal. Sin embargo, recientemente se ha incorporado una nueva droga recientemente aprobada por la FDA de los Estados Unidos para el tratamiento del deseo sexual hipoactivo en la mujer: el flibanserín, un psicofármaco que actúa a nivel de mediadores del deseo sexual en el sistema nervioso central, favoreciéndolo.